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El lado oscuro de los seguros: cómo las aseguradoras juegan con tus datos y tu salud

En el mundo aparentemente ordenado de las pólizas y las primas, se libra una batalla silenciosa donde tu información personal se ha convertido en la moneda de cambio más valiosa. Mientras navegas por Rankia comparando rentabilidades o lees en El Economista sobre las últimas fusiones del sector, pocos sospechan que las aseguradoras han perfeccionado un arte antiguo: el de predecir tu futuro para maximizar sus beneficios.

La revolución llegó con los algoritmos. Hoy, compañías como las que aparecen en Seguros.es o Inese.es no solo analizan tu historial médico, sino que cruzan datos de tus compras online, tu actividad en redes sociales e incluso tu forma de conducir capturada por apps de telemetría. El resultado es un perfil tan detallado que podría avergonzar a los servicios de inteligencia de la Guerra Fría.

En Expansión y Cinco Días se habla mucho de digitalización, pero pocos periodistas investigan cómo esta transformación afecta al consumidor medio. Imagina que tu aseguradora sabe que compras comida orgánica, que corres tres veces por semana y que tu último like fue para un artículo sobre meditación. Suena inofensivo, ¿verdad? Pues ese patrón podría significar una prima más baja... o todo lo contrario si el algoritmo detecta que tu búsqueda de 'dolor lumbar' coincide con tu reciente suscripción a un gimnasio.

La prensa económica tradicional, como Europa Press, suele centrarse en las cifras macro: primas recaudadas, siniestralidad, dividendos. Pero detrás de esos números hay historias humanas. Como la de Clara, una arquitecta de 42 años cuyo seguro de salud le fue denegado tras descubrir la aseguradora que había consultado foros sobre ansiedad laboral. Nunca fue diagnosticada, pero el mero patrón de búsqueda bastó para etiquetarla como 'riesgo'.

En foros como Bolsamania se discute si invertir en aseguradoras, pero pocos analizan la paradoja ética: cuanto mejor predigan nuestras enfermedades y accidentes, menos dispuestas estarán a cubrir precisamente a quienes más lo necesitan. Es el negocio perfecto: cobrar primas a los sanos y evitar a los enfermos mediante sofisticados sistemas de selección disfrazados de 'personalización'.

El sector argumenta que esta minería de datos permite ofrecer precios más ajustados y servicios preventivos. En Segurosred.org encontrarás decenas de artículos sobre 'innovación' y 'customer centricity'. Lo que no encontrarás es el testimonio de quienes han visto cómo su prima se disparó tras comprar un smartwatch que registró una noche de sueño inquieto, interpretado como indicador de estrés crónico.

La regulación intenta seguir el ritmo, pero la tecnología va más rápido. El RGPD europeo pone límites, pero las letras pequeñas de las apps que aceptamos sin leer abren portillos legales. Mientras, en las sedes de las aseguradoras, equipos de data scientists perfeccionan modelos que predicen desde tu probabilidad de divorcio hasta tu tendencia a sufrir ciertos tipos de cáncer basándose en tu código postal y hábitos de consumo.

Este nuevo panorama plantea preguntas incómodas: ¿dónde está el límite entre la prevención legítima y la discriminación algorítmica? ¿Deberíamos recibir compensación por nuestros datos si generan beneficios millonarios a las aseguradoras? Y lo más importante: en un mundo donde todo está interconectado, ¿queda espacio para el azar o para la solidaridad que fundamentaba el concepto original del seguro?

La próxima vez que compares pólizas en esos portales financieros, recuerda que no solo estás eligiendo cobertura. Estás entregando las llaves de tu vida digital a entidades cuyo interés principal no es tu bienestar, sino su balance final. El verdadero riesgo, quizás, no sea lo que te pueda pasar, sino lo que ya saben sobre ti.

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